El Lagarto de la Malena: la leyenda más feroz que vive en el corazón de Jaén

En el corazón de Andalucía, la ciudad de Jaén conserva uno de los relatos legendarios más singulares de su historia: la leyenda del Lagarto de la Malena, también conocido como el Lagarto de la Magdalena. Este relato, transmitido oralmente desde al menos el siglo XVII, forma parte del rico patrimonio inmaterial de la ciudad, mezclando mito, historia local y elementos del folklore universal como la lucha heroica contra un monstruo aterrador.

 Un monstruo nacido del miedo y la astucia  

Según la tradición, los hechos ocurrieron en 1628, cuando un enorme lagarto o dragón, según versiones apareció en una cueva junto a la fuente de la Magdalena. Desde su guarida, atacaba a vecinos y rebaños, sembrando el terror en todo Jaén. La gente, temerosa, dejó de acudir al manantial, paralizada por el miedo. Fue entonces cuando surgieron distintas versiones de cómo la criatura fue derrotada, todas ellas protagonizadas por héroes que emplearon la inteligencia más que la fuerza.

 Tres formas de vencer a la bestia  

Una de las versiones más populares cuenta que un preso se ofreció a matar al monstruo a cambio de su libertad. Su plan consistía en atraer al lagarto fuera de la cueva con una hilera de panes calientes. Una vez fuera, el animal devoró los panes hasta llegar a la Basílica de San Ildefonso, donde comió también un saco de pólvora que explotó en su interior, causándole la muerte. Esta versión dio lugar al dicho popular: “Así revientes como el lagarto de la Malena”.

Otra variante presenta a un humilde pastor que, harto de perder ovejas, ideó una trampa. Despellejó una de sus ovejas y llenó su piel con yesca candente. El lagarto, atraído por el olor de la sangre, la devoró sin dudar. La trampa funcionó, abrasando las entrañas del monstruo y acabando así con la amenaza.

Una tercera historia ofrece un enfoque caballeresco: un valiente guerrero, protegido por una armadura cubierta de espejos, enfrentó al lagarto a plena luz del día. El reflejo del sol cegó al animal, lo que permitió al caballero atravesarlo con su espada. Esta versión conecta con el imaginario de figuras como San Jorge, y recuerda la presencia histórica de órdenes militares en la ciudad.

 Un símbolo con raíces americanas  

Más allá del mito, algunos cronistas locales han explorado un posible origen real del lagarto. Se cuenta que un carpintero jiennense, que viajó a América con Cristóbal Colón, trajo consigo un caimán como recuerdo. El animal, según esta versión, creció hasta dimensiones descomunales, y cuando ya no pudo alimentarlo, el carpintero lo soltó en la ciudad. El miedo que causó su apariencia habría alimentado la leyenda.

La piel de un gran reptil, que durante siglos estuvo expuesta en la Basílica de San Ildefonso, podría haber sido el detonante visual de la historia.

 Jaén, ciudad de dragones y proverbios  

El Lagarto de la Malena no es solo un relato para turistas o un mito olvidado en libros. Forma parte del escudo del Cabildo de la Catedral de la ciudad, está inmortalizado en esculturas del barrio de la Magdalena y ha calado en el lenguaje popular. Su historia se recoge incluso en refranes, proverbios y estudios folclóricos, como los recopilados en el célebre índice Aarne-Thompson-Uther.

Autores como Juan Eslava Galán, cronistas locales y estudiosos del folklore lo han tratado como una muestra ejemplar del mito del dragón vencido por el ingenio humano, un tema compartido por muchas culturas del mundo. Pero en Jaén, esta leyenda tiene nombre propio, escenario real y una viva presencia en la identidad de la ciudad.

El Lagarto de la Malena sigue ahí, recordando que incluso los monstruos más temibles pueden ser vencidos con coraje e inteligencia. Una fábula que, generación tras generación, sigue latiendo en la memoria viva de Jaén.

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