Heredero del celo apostólico de Pablo
Escucha la Firma de José Luis Restán del miércoles 21 de mayo

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El Papa es “sucesor de Pedro y heredero del celo apostólico de Pablo”, dijo ayer León XIV en su visita a la Basílica de San Pablo Extramuros, donde oró ante el sepulcro del apóstol de los gentiles. La Iglesia de Roma se funda sobre estas dos columnas, Pedro y Pablo, tan diferentes en cuanto a estilo, carácter e historia personal, pero férreamente unidas hasta el testimonio culminante de la entrega de sus vidas por confesar a Cristo, con el que se habían encontrado y que los había unido para siempre.
El Papa recordó ayer que fue Cristo quien tomó la iniciativa cuando Pablo estaba aún lejos del Evangelio y perseguía con saña a la Iglesia… Nosotros no amamos si antes no somos amados, como reconocía otro gran converso, Agustín de Hipona. Pero esa iniciativa de Dios (ese “primerear”, que diría el Papa Francisco) no anula nuestra libertad, y Pablo lo experimentó dramáticamente. En su carta a los Romanos, recordada ayer por el Papa León, Pablo habla de «la obediencia de la fe»: el Señor, apareciéndosele en el camino de Damasco no le quito su libertad, sino que dio la posibilidad de decidir, de obedecer como fruto de un esfuerzo, de luchas interiores y exteriores, que él aceptó afrontar.
Y León XIV, que ya se está revelando como un gran catequista, añadió que “la salvación no aparece por encanto, sino por un misterio de gracia y de fe, del amor de Dios que nos precede, y de la adhesión confiada y libre por parte del hombre”. Desde su encuentro con Cristo, la vida de Pablo se convirtió en “una carrera de afectos” que le llevó a hacerse «todo para todos», hasta el martirio. Pedro y Pablo, cuyas imponentes figuras en piedra han presidido los acontecimientos que he podido vivir intensamente hace unos días en Roma, siguen siendo cimiento y roca, palabra y fuego de amor para la Iglesia hoy.