El futuro es verde: ciencia, reciclaje y energía renovable para una Córdoba más sostenible

Cada vez que depositamos una botella de plástico en el contenedor amarillo, empieza un viaje que, aunque invisible para muchos, es clave en la lucha contra el cambio climático y el cuidado del medioambiente. Córdoba, como muchas otras ciudades, se enfrenta al reto de reducir la presencia del plástico en nuestra vida cotidiana, un material barato y versátil, pero también altamente contaminante si no se gestiona correctamente.

Este especial recoge el camino que siguen los residuos, el trabajo de las empresas locales para darles una segunda vida y los proyectos científicos que buscan directamente eliminar el plástico como lo conocemos. También miramos al futuro, con ejemplos como la geotermia y con el impulso de las delegaciones municipales para fomentar la conciencia ambiental entre la ciudadanía, empezando por los más jóvenes. 

El viaje comienza en el contenedor amarillo  

La primera parada en este recorrido es el Complejo Medioambiental de Córdoba, gestionado por SADECO. Allí llegan los envases ligeros que los cordobeses depositan en el contenedor amarillo: briks, latas, bandejas, y por supuesto, plásticos. Elena Aguirre, responsable del complejo, explica que el objetivo es clasificar, separar y preparar todo ese material para su posterior valorización.

En esta planta se extraen los plásticos que realmente pueden reciclarse y se preparan en balas que son ofrecidas mediante concurso público a empresas recicladoras homologadas, con sello de calidad AENOR. Córdoba no solo recicla: transforma su residuo en un recurso. 

del residuo a la gransa  

Una de esas empresas es Cordoplast, que cuenta con plantas en Córdoba capital y en El Arrecife, en el término municipal de La Carlota. Hablamos con Almudena Moya, responsable de Medio Ambiente, que nos detalla todo el proceso que siguen los residuos plásticos desde que llegan a la planta hasta que salen convertidos en gransa, pequeñas partículas de plástico reciclado listas para volver al mercado.

El proceso incluye selección y clasificación, trituración, lavado (con agua que después se trata y se reutiliza), extrusión y graneado, envasado y almacenamiento. El producto final es la gransa, clasificada por tipos:

LDPE (polietileno de baja densidad), usada para fabricar tuberías de riego o film plástico.

HDPE (polietileno de alta densidad), destinado al soplado de cuerpos huecos, piezas por inyección o tuberías corrugadas.

PP (polipropileno), para piezas inyectadas.

Cordoplast está homologada por el SIG Ecoembes, inscrita como gestora oficial de residuos y certificada en gestión ambiental y de calidad. Su compromiso va más allá de la transformación del residuo: su objetivo es generar materias plásticas recicladas de alta calidad que vuelvan al ciclo económico, reduciendo el impacto ambiental. 

La ciencia busca alternativas al plástico  

Aunque el reciclaje es una vía fundamental, la clave a medio y largo plazo es reducir el uso de plástico y encontrar sustitutos viables, sostenibles y seguros. En esta línea trabaja el grupo de investigación BIOPREN de la Universidad de Córdoba, que ha coordinado el proyecto Boocell, enmarcado en un consorcio nacional de investigación.

Eduardo Espinosa, uno de los investigadores, nos cuenta que Boocell ha demostrado que es posible generar productos sostenibles a partir de residuos agrícolas, como la paja de trigo. De ahí obtienen nanocelulosa, un material compuesto por microfibras de origen vegetal o bacteriano con propiedades muy similares a las del plástico, pero con una ventaja fundamental: es biodegradable y su producción es energéticamente más eficiente.

Esa nanocelulosa se ha utilizado para crear microcápsulas que sirven para preservar compuestos activos y liberarlos de forma controlada. Estas microcápsulas se han aplicado en sectores como los biofertilizantes, mejorando su estabilidad y eficacia sin necesidad de refrigeración, o la cosmética, con productos como desodorantes roll-on o suavizantes para la ropa.

Además, el equipo de Boocell ha desarrollado películas biodegradables y compostables para su uso en agricultura como mulch o acolchado, mejorando la protección del suelo y reduciendo la dependencia de plásticos convencionales en el campo.

Todo ello demuestra que la sustitución del plástico no es solo un deseo: es una posibilidad real cuando ciencia e industria trabajan de forma coordinada. 

energía limpia desde el subsuelo  

Otra alternativa que contribuye a un modelo energético y medioambiental más sostenible es la geotermia, una energía renovable aún poco conocida pero con enorme potencial. David Díaz, CEO de Geointegral, nos explica que consiste en aprovechar el calor que hay bajo tierra para climatizar edificios o generar agua caliente, sin emisiones y con un coste energético muy bajo una vez instalado el sistema.

Geointegral ha desarrollado ya más de 300 instalaciones en Andalucía, incluyendo viviendas, centros educativos o sedes administrativas. La gran ventaja de la geotermia es su constancia: no depende de si hace sol o viento, y puede utilizarse tanto en invierno como en verano.

Además, este sistema tiene una huella visual mínima y una durabilidad muy alta, lo que lo convierte en una opción idónea para proyectos sostenibles a largo plazo. En una ciudad como Córdoba, con suelos estables y clima cálido, la geotermia ofrece una alternativa real para reducir la dependencia de energías fósiles y apostar por una climatización limpia. 

PROYECTOS COMO EL COBRE VERDE

La provincia de Córdoba va a acoger proyectos importantes como la planta de cobre verde que el Grupo Cunext está construyendo junto a la carretera N-432. Según José María García, director de la Unidad de Negocio de Cobre del grupo, la fábrica comenzará a producir en el primer trimestre de 2026, si se cumplen los plazos previstos. Hasta ahora, ya se han invertido unos 40 de los 120 millones de euros que contempla el proyecto, con todos los pedidos de maquinaria realizados y a la espera de obtener las licencias necesarias para avanzar en la construcción e instalación.

El cobre verde se produce mediante un proceso de descarbonización que sustituye las fuentes tradicionales de extracción por el reciclaje de materiales, especialmente desechos electrónicos. Esto permite reducir de forma significativa tanto las emisiones como el consumo energético. La planta tendrá capacidad para fabricar unas 100.000 toneladas anuales de cobre reciclado, lo que supone una apuesta clara por la sostenibilidad y la economía circular.

Este tipo de producción no solo disminuye el impacto ambiental del sector, sino que posiciona a Córdoba como un referente en reindustrialización verde. Además, contribuye a generar empleo de calidad y valor añadido en un sector estratégico para la transición energética y tecnológica del país.

Mirando al futuro: educación ambiental y ciudadanía  

El compromiso con la sostenibilidad no puede limitarse a las empresas o a los centros de investigación. La transformación debe involucrar a toda la ciudadanía, empezando por los más jóvenes. Así lo entienden las Delegaciones de Educación e Infancia y de Salud y Consumo del Ayuntamiento de Córdoba, que trabajan conjuntamente para fomentar la conciencia ambiental desde la escuela.

En este sentido, se están desarrollando campañas y talleres en centros educativos, con visitas al Complejo Medioambiental, dinámicas sobre reciclaje y uso responsable de recursos. La idea es que los niños y niñas comprendan desde pequeños el impacto de sus acciones cotidianas y el valor que tienen los recursos si se gestionan correctamente.

Además, desde la Delegación de Medio Ambiente se apuesta por extender esa conciencia también a toda la población, fomentando el uso del transporte público, los puntos limpios, la recogida de residuos voluminosos o el compostaje doméstico. También se trabaja para que iniciativas como el reciclaje del aceite, el textil o los aparatos eléctricos sean accesibles y conocidas por todos los ciudadanos. 

Un compromiso global desde lo local  

Este especial nos ha llevado a conocer el ciclo completo de los residuos plásticos en Córdoba: desde su recogida, pasando por su transformación en materias primas, hasta los proyectos que buscan sustituirlos por completo. Pero también hemos visto cómo la energía geotérmica abre una puerta a nuevas formas de eficiencia, y cómo el futuro se está construyendo desde las aulas y desde casa.

El problema del plástico es global, pero las soluciones pueden empezar en lo local. Córdoba demuestra con hechos que el residuo puede ser recurso, que el conocimiento puede transformarse en innovación útil, y que cada gesto cuenta. El futuro será más limpio si lo construimos entre todos.