¿Quién fue realmente la misteriosa Dama de Baza que desafió el tiempo y la historia?

 Una escultura que guarda secretos milenarios  

En 1971, el arqueólogo Francisco José Presedo Velo descubrió en el Cerro del Santuario de Baza (Granada) una urna cineraria antropomorfa que ha cautivado a historiadores y visitantes por igual. Conocida como la Dama de Baza, esta pieza de piedra caliza policromada data de la primera mitad del siglo IV a.C. y se conserva en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid. Su hallazgo reveló no solo una obra maestra de la escultura íbera, sino también un enigma sobre poder, simbolismo y misterio que todavía despierta preguntas.  

 Un Descubrimiento que Desafió las Convenciones  

La tumba nº 155, donde se encontró la Dama de Baza, estaba sellada y contenía un ajuar funerario compuesto por lujosas cerámicas y cuatro panoplias de guerrero. Inicialmente, se pensó que el enterramiento pertenecía a un hombre, dado el armamento encontrado. Sin embargo, estudios posteriores revelaron que los restos cremados correspondían a una mujer de entre 20 y 30 años. Este hallazgo cuestionó las percepciones sobre el papel de las mujeres en la sociedad íbera y abrió nuevas interpretaciones sobre su estatus y funciones.  

La escultura representa a una mujer sentada sobre un trono alado, con alas estilizadas en el respaldo y patas delanteras en forma de garra. Su rostro muestra facciones mediterráneas, con cabello negro recogido en ondas laterales, y está adornada con joyas de influencia oriental, como grandes pendientes y collares. En su mano derecha sostiene un pichón, símbolo que ha sido interpretado como un nexo entre la mujer mortal y la diosa protectora. Estos elementos sugieren que la Dama de Baza no solo era una figura de alto rango social, sino también una persona vinculada a lo divino, probablemente reconocida como la antepasada fundadora de un linaje aristocrático.  

 Conservación y Debate sobre su Ubicación  

La Dama de Baza ha sido objeto de debate en cuanto a su ubicación. Aunque se encuentra en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid, el Ayuntamiento de Baza ha solicitado su retorno a la ciudad. Sin embargo, estudios técnicos del Ministerio de Cultura han recomendado que la escultura permanezca en Madrid debido a los riesgos de deterioro que implicaría su traslado. El informe señala que el movimiento de la pieza podría activar mecanismos de deterioro, comprometiendo su integridad. A pesar de este informe, el debate sobre su ubicación continúa siendo un tema de interés cultural y patrimonial.  

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