Por qué Colombia quiere que España devuelva el Tesoro de los Quimbayas: un regalo que ahora reclama
Estas valiosas piezas, una impresionante colección de orfebrería precolombina, fueron entregadas por Colombia a España en 1893 como un gesto diplomático

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En las tierras altas de Colombia, a finales del siglo XIX, un hallazgo cambió para siempre la percepción del arte precolombino. En 1890, un grupo de huaqueros, esos audaces expoliadores de tumbas indígenas, desenterró un tesoro sin igual en el sitio llamado La Soledad, cerca de Filandia. Lo que encontraron fue mucho más que simples objetos de oro: era un conjunto de piezas que deslumbraban por su excepcional calidad artística y técnica, un auténtico testimonio de la grandeza perdida de la cultura Quimbaya. Este fue el nacimiento del legendario Tesoro de los Quimbayas, una colección que hoy, a más de un siglo, sigue causando admiración y controversia.
De la tierra colombiana al palacio de una reina
El descubrimiento no tardó en llamar la atención. En una época donde el oro abundaba no solo en las minas sino también en las tumbas indígenas, la huaquería era una actividad legalmente permitida, amparada por leyes que premiaban a quienes encontraban tesoros. Sin embargo, esta “fiebre del oro” trajo consigo la pérdida irreversible de miles de piezas precolombinas que terminaron fundidas y olvidadas.
Pero el Tesoro de los Quimbayas escapó a ese destino funesto. Comprado por el gobierno colombiano en 1891, este conjunto de 433 piezas fue un símbolo de orgullo nacional. Sin embargo, la historia tomó un giro inesperado. En 1892, con motivo de la gran Exposición Histórico Americana celebrada en Madrid, el presidente Carlos Holguín Mallarino decidió regalar este espléndido tesoro a la reina regente María Cristina de Habsburgo-Lorena.

Este acto no fue solo un gesto de generosidad, sino una hábil jugada política. En ese momento, España había actuado como mediadora en un conflicto fronterizo entre Colombia y Venezuela, dictando un laudo arbitral favorable a Colombia. El tesoro se convirtió así en un tributo, un pago diplomático hecho “con decoro y cortesía” para agradecer la intervención española.
El 4 de mayo de 1893, en un solemne acto, la legación colombiana entregó oficialmente la colección a la reina, que la incorporó al patrimonio histórico español, exhibiéndola primero en el Museo Arqueológico Nacional y, décadas más tarde, en el Museo de América, en Madrid.
Una joya en disputa: la devolución que sacude a dos naciones
Más de un siglo después, el destino del Tesoro de los Quimbayas vuelve a estar en el centro de un intenso debate. En mayo de 2024, el gobierno colombiano reclamó formalmente a España la devolución de esta valiosa colección, argumentando que la entrega fue un acuerdo político más que una donación irrevocable.
Lo que hace aún más complejo el caso es que la decisión involucró a cuatro presidentes colombianos y varios ministros de Relaciones Exteriores, consolidando la entrega como una decisión de Estado tomada en Consejo de Ministros. Sin embargo, en Colombia crece el sentimiento de que esta joya cultural debe regresar a su tierra de origen, como parte fundamental de su historia y patrimonio.
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La Academia Colombiana de Historia, por otro lado, ha propuesto incluso un cambio de nombre para el conjunto, sugiriendo la denominación “Colección Filandia”, para evitar confusiones sobre su origen étnico y histórico, y también como un argumento para preservar la actual ubicación en España.
Por su parte, España ha visto esta reclamación repetida en el Congreso de los Diputados, donde distintos grupos políticos han manifestado opiniones encontradas respecto al retorno del tesoro. Mientras tanto, el Museo de América continúa exhibiendo las 136 piezas originales entregadas en 1893, que representan apenas una fracción —una quinta parte— del conjunto original que se encontró en Colombia.
El legado dorado y simbólico de una cultura milenaria
El Tesoro de los Quimbayas no es solo una colección de objetos de oro; es un testimonio palpable de una cultura ancestral que floreció entre los siglos V y VI d.C. Las piezas, meticulosamente trabajadas, reflejan la importancia social y ritual de sus portadores, especialmente los caciques, a través de objetos como narigueras, orejeras, collares y los emblemáticos poporos antropomorfos que representan a hombres y mujeres desnudos, adornados con símbolos de poder.

Estos objetos, relacionados con el consumo ritual de alucinógenos y la ornamentación de la élite, revelan un mundo complejo, lleno de simbolismos y técnicas de orfebrería que siguen fascinando a investigadores y expertos. Desde 2011, el Museo de América y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas han realizado estudios para conocer con mayor profundidad su composición y significado, reafirmando su valor artístico y científico.
Sin embargo, el conjunto original era mucho mayor. Se estima que hasta cuatro quintas partes de las piezas originales se perdieron o dispersaron, algunas terminando en colecciones privadas o museos extranjeros, como el Field Museum de Chicago. Esto no solo revela la magnitud del hallazgo, sino también la dramática historia del saqueo y la dispersión del patrimonio precolombino.
Hoy, el Tesoro de los Quimbayas sigue brillando en Madrid, pero su historia es también la historia de una nación que lucha por recuperar su pasado y proteger sus raíces culturales. Un relato de oro, poder y justicia que todavía está por escribirse.