El 'desagradable' método que utilizaban los médicos en España para diagnosticar la diabetes y el embarazo: muy eficaz

Se trata de una práctica que cuenta con el 70% de eficacia y que data del Antiguo Egipto, aunque poco a poco se fue extendiendo al resto del mundo

Embarazo en la antigua India
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Ana Rumí

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A nadie se le escapa si soltamos una obviedad: la Historia es tan sumamente extensa que se vuelve inabarcable. Saber todo lo que ocurría en épocas pretéritas es, siendo prácticos, imposible. Pero sí que hay muchas cosas que sí se pueden conocer y con mucha precisión.

Sabemos cuáles fueron las batallas que fueron decisivas en guerras como la Primera o la Segunda Guerra Mundial, sabemos cómo rendían culto a sus dioses en el Antiguo Egipto, o, incluso, cómo se leen los jeroglíficos, pero hay otras tantas que se nos escapan.

Y aunque todo es importante para saber cómo se llegó hasta la situación política y social actual, hay otros aspectos que son igual de importantes para conocer, y que tienen que ver, más bien, con aspectos cotidianos, que nos hacen ver cómo se vivía en el pasado y nos dan una lección de perspectiva.

En esos momentos, precisamente, son en los que vamos a ahondar, porque nos dan una idea de la cotidianidad del momento y lo mucho que hemos avanzado.

Seguro que alguna vez has escuchado esa frase de “agua va” y sabes perfectamente a qué se refiere. Sí, lo que significa que los orines y las heces, en un momento en el que no había sistema de alcantarillado ni de desagüe, se tiraban por la ventana.

Claro, el que estaba debajo en la calle debía tener un cuidado especial, porque si le caía alguno de estos excrementos y desechos, podía ser traumático. Y no tanto por la falta de higiene que supone, sino porque podía contraer alguna enfermedad.

Y es que, especialmente en el siglo XVIII y XIX, las ciudades eran focos de muchas infecciones y enfermedades. Faltaba mucha higiene, y eso hizo que se creasen sistemas para que las ciudades fueran lugares salubres.

Las condiciones de higiene de las ciudades en el siglo XIX

Ratas, heces y orines en la calle y muchos animales sueltos. Eran algunos de los elementos que podíamos encontrar en las ciudades en el siglo XVIII y XIX, y que provocaba que fuesen foco de enfermedades e infecciones.

Así pues, el cólera se instaló en las grandes ciudades y, de hecho, llegó a matar a 15.000 vecinos. Se trataba de una enfermedad que era una consecuencia directa de la falta de higiene y la poca salubridad, y que se contagiaba a través de las aguas.

No hay agua de alcantarillado, la higiene se hace en palanganas y jofainas, noche y día, había una parte pública de gente que se bañaba en charcas o ríos, lo que vamos a tener son problemas de agua” contaba Ana Velasco, historiadora del arte, en COPE.

Una de las alcantarillas del entorno de la Alameda en la tarde de este miércoles

Una de las alcantarillas de las ciudades

Fue tal el problema que hubo grandes ciudades que dictaron órdenes municipales para evitar que se orinase en la calle y se propagasen las enfermedades. “Hubo normativas como en Madrid, una ordenanza municipal que se decía 'prohibido orinar en la calle o en portales'” contaba.

El sereno iba con las llaves, los portales quedaban abiertos. La costumbre de tirar cosas desde los balcones, o ir a la peluquería en público” explicaba.

Aunque las ciudades eran muy sucias, se intentó de todo para evitar que la basura y los deshechos humanos se instalasen y provocasen enfermedades. “En las principales capitales hay un pánico tremendo porque no saben cómo se contagia, y es por el agua” contaba.

El método para diagnosticar la diabetes y el embarazo

La higiene y la salubridad en las grandes ciudades hace dos siglos era fundamental porque, sin eso, las enfermedades y las infecciones se propagaban rápidamente causando mucha mortandad.

Por eso, las medidas pasaban por prohibir orinar en lugares públicos y crear urinarios que pudieran servir para esa función. Porque el pis, como tal, no era algo malo. De hecho, servía con funciones médicas muy importantes.

Los médicos de la época usaban los orines para diagnosticar enfermedades, y eso solo lo conseguían bebiéndoselos. “La probaban los médicos, en la antigüedad, sobre todo en Roma y Grecia, porque había cuatro humores que eran los imprescindibles que estuvieran en orden” comenzaba explicando Ana Velasco.

Embarazo en la antigüedad

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Embarazo en la antigüedad

Eran la sangre, bilis amarilla, la negra, y la flema. Se probaba la orina” confirmaba. De hecho, gracias a probar la orina se podía diagnosticar la diabetes. “Sabe dulce, lo que hacían era ver que había ese exceso de azúcar”.

No solo servía para eso, sino también para diagnosticar el embarazo, y eso lo hacían desde el Antiguo Egipto. “Se diagnosticaba el embarazo y el sexo del bebé. Con más del 70% de eficacia. Las mujeres que creían estar embarazadas, tenían que orinar encima de trigo y cebada” explicaba.

Si germinaba el trigo, era niña, y cebada, niño. Si no germinaba nada, no estabas embarazada. La orina es importantísima y muy valiosa en la historia” confesaba Ana Velasco.

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