¿La generación Z evita llamar por teléfono? Los jóvenes responden
Algunos chicos y chicas, acostumbrados a hablar por WhatsApp, reconocen que sienten ansiedad cuando deben hacer un trámite por vía telefónica

Estudiantes universitarios
Tenerife - Publicado el
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El teléfono fijo, los móviles, los smartphones... La revolución tecnológica ha marcado un antes y un después en la forma en la que nos comunicamos con los otros. De hecho, ha dado pasos agigantados en tan poco tiempo que es razonable que exista una brecha generacional entre quienes vivían la juventud en los años 90, de los que la viven ahora. Mientras los conocidos boomers tiraban por el teléfono fijo, la generación Z chatea continuamente con sus amigos. De hecho, investigadores afirman que los jóvenes de ahora han asimilado tanto este método de comunicación, que ya sienten ansiedad por hablar por teléfono. En Herrera en COPE Canarias hemos salido a la calle a comprobarlo.
Todo depende del contexto
Lucía es estudiante de cuarto de Medicina. Nació en el 2003. Ella es de esas jóvenes que rompen las tendencias, pues afirma que es partidaria de llamar por teléfono a las personas de su entorno: "Me gusta muchísimo más la llamada porque me gusta más la resolución instantánea y también porque me entretiene más hablar por llamada que por mensaje". "Si tengo que hablar con alguien de manera puntual, prefiero hacer una llamada, porque al final voy a asegurar un contacto más directo con esa persona
Si tengo que hablar con alguien de manera puntual, prefiero hacer una llamada
Estudiante de Medicina
Ángel también se prepara para ser médico. Él es del 2004 y cree que todo depende del contexto: "Si tengo que hablar con alguien de manera puntual, prefiero hacer una llamada, porque al final voy a asegurar un contacto más directo con esa persona". Además, tiene la creencia que con el simple gesto de descolgar el teléfono, te aseguras que la persona que está al otro lado de la línea te preste toda su atención, que no está distraída con otros asuntos y está enfocada en ti. "Cuando mandas un mensaje es más bien como, te mando un mensaje y me respondes cuando puedas o cuando no estés ocupado", explica.
las tediosas notas de voz
Hay que tener en cuenta que escribir un mensaje también supone un esfuerzo. A veces no basta con resumir todo con emojis o con stickers, por lo que mucha gente opta directamente por enviar notas de voz a través de WhatsApp. El problema está no en quien las envía, que se ahorra el suplicio de escribir un mensaje largo, sino en el receptor que debe tomarse el tiempo de escucharlo y responder. Este proceso de comunicación podría ser mucho más sencillo a través de una simple de llamada, pues la demora de respuesta es mucho menor.

Notas de voz, otra alternativa de comunicación
"Yo con las notas de voz de cuatro minutos no puedo, o sea, partiendo de la base de que si alguien tiene un problema, yo soy mucho más partidario de que me llame y me lo cuente", comenta Ángel. No es partidario de escuchar lo que tengan que decir sus amigos a modo de pódcast, lo califica como un "monólogo". Es cuestión de gustos, pues hay otros que aprovechan los audios largos de sus amigos como entretenimiento mientras hacen otra actividad: fregar los platos, en el gimnasio, maquillarse, conducir...
más tecnología, menos conexión emocional
El avance de las tecnologías supone un fenómeno curioso. Le hemos preguntado a Ángel cómo felicita a sus amigos cuando están de cumpleaños. Él afirma que todo depende de la confianza con la persona, de la relación que mantienen entre ellos. A los más cercanos sí los llama, incluso sugiere verse en persona, pero reconoce que el mensaje es un buen comodín: "Es más cordial mandar un mensaje para felicitar su cumpleaños pues lo tienes ahí como de fondo de armario, te mando el mensaje y ya está".

Más tecnología, pero menos conexión emocional
Este comportamiento podría reflejar una paradoja dentro de las relaciones humanas, donde se echa de menos la cercanía. La velocidad del día a día hace que dedicar un momento a alguien pueda suponer un esfuerzo o, peor aún, que temamos interrumpir la agitada rutina del otro. Ya no solo sucede con los cumpleaños: cuando un familiar o amigo fallece poca gente se toma el tiempo de dar el pésame con su propia voz, pues es más simple escribir un mensaje de condolencia. Ya no hay calidez. En plena vorágine de la comunicación, no hay tiempo que perder.